Llevar a tu gato en su transportín y de forma segura al veterinario suele ser una experiencia estresante tanto para el gato como para tí. Sin embargo, como los gatos requieren como mínimo una revisión anual, y puede que tengan que acudir con más frecuencia debido a alguna enfermedad, o incluso muy a menudo, puede resultar útil poner en práctica algunos consejos y trucos para hacer que la experiencia sea más positiva para todos.
¿Por qué no le gusta a mi gato ir al veterinario?
Hay muchas razones por las que una visita al veterinario puede ser estresante para los gatos y, por tanto, para sus dueños. Entender las razones por las que tu gato se pone nervioso es el primer paso para poder hacer cambios que mejoren la situación. Estos son algunos de los problemas más comunes:
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Enfermedad, dolor, molestias:
en muchas ocasiones es de esperar que tu gato solo visite al veterinario para las revisiones de rutina, pero si se siente mal o tiene dolor, esto tiende a empeorar cualquier estrés o ansiedad.. -
Cambios en la rutina:
los gatos son criaturas de costumbres y adoran sus rutinas. A menudo, una visita al veterinario puede implicar un cambio en su forma de vida en casa. Por ejemplo, es posible que no se les permita salir al exterior o que no se les dé de comer a sus horas habituales, lo que puede resultar confuso para tu mascota. -
Viajes:
los gatos son territoriales, así que sacarlos de su hogar es estresante para ellos. El movimiento del coche también puede ser desagradable para algunos gatos, que pueden sentir náuseas o incluso afectarle fisicamente. -
Falta de vías de escape:
muchos gatos preferirán utilizar la opción de “huida” para escapar cuando tienen miedo, pero una visita al veterinario les imposibilita esto, ya que se les coloca en un transportín. A los gatos también les gusta estar en lo alto, por lo que estar atrapados en un transportín colocado en el suelo puede resultar alarmante para ellos. -
Sensaciones desconocidas:
los gatos son sensibles a los olores y al tacto de desconocidos, dos cosas a las que con certeza estarán expuestos en la consulta veterinaria. -
Experiencias anteriores:
algunos gatos pueden recordar los viajes anteriores al veterinario, lo que puede generar una asociación negativa.
¿Cómo puedo hacérselo más fácil?
Las citas con el veterinario son importantes y es esencial que se lleven a cabo, por lo que merece la pena hacer que la experiencia sea lo más agradable posible.
Planifique bien el viaje
Si puedes planificar su visita con antelación, intenta programarla para que la rutina de tu gato no tenga que alterarse mucho. Por ejemplo, escoje una hora un poco después de la hora habitual de las comidas, de modo que puedas asegurarte de que tu gato estará en ese momento y podrá ser colocado en el transportín y llevarlo directamente al veterinario. Obviamente, si tu gato no se encuentra bien y necesita una cita urgente, puede que esto no sea posible.
Usar un buen transportín
No es seguro llevar a un gato suelto en el coche o en brazos al veterinario, incluso si está enfermo o acostumbrado a un arnés. Encontrar un transportín para gatos que sea fácil de usar y resistente es importante para viajar con seguridad con mascotas. Escoge uno que sea resistente (el cartón lo puede romper fácilmente un gato), que se abra en la parte superior para facilitar la entrada y la salida y que sea fácil de limpiar.
Lograr que entren en el transportín
Será más fácil meter a tu gato en el transportín si no lo sacas solamente cuando va a hacer un viaje. Lo ideal es que el transportín sea una parte normal de la vivienda y su mobiliario, de modo que huela y parezca familiar. ¡Puntos extra si tu gato elige dormir o alimentarse en él!
Colocar la ropa de cama habitual de tu gato, o de una prenda de ropa que pertenezca a alguien con el que tenga apego en el transportín, puede ayudar a tranquilizar a tu gato, o frotar un paño suave sobre la cara del gato y luego sobre el transportín para diseminar las feromonas naturales también puede ayudar a calmarlos.
Pulverizar el transportín con una feromona sintética, usar calmantes naturales o medicamentos calmantes recetados también son opciones en caso de que sea necesario; habla con tu veterinario para obtener más detalles.
El viaje
Una vez que tu gato esté seguro en el transportín, cúbrelo con una toalla o una manta para que esté más oscuro alrededor, lo que puede ayudar a mantenerlo tranquilo. Coloca el transportín de forma segura en el coche, ya sea encajado en el espacio para las piernas o abrochado con un cinturón de seguridad. Intenta asegurarte de que el transportín esté nivelado, no inclinado. Conduce con cuidado y despacio hasta la clínica.
En la sala de espera
Todas las clínicas veterinarias son diferentes en su espacio, diseño y organización. Hay ciertas clínicas que consiguen que sus espacios y su personal sean más amigables con los gatos: busque clínicas amigables con los gatos hasta encontrar una. Lo ideal es que haya una zona de espera separada para gatos. Intenta colocar tu transportín para gatos en una estantería, mejor que en el suelo, y mantenlo cubierto con una toalla o manta para que tu gato no pueda ver a otros animales.
¡Mi gato se vuelve loco cuando ve el transportín, ayuda!
No te asustes, es un problema frecuente. Si tu gato se resiste al transporte y no tienes tiempo de dejar que se acostumbre al transportín, existen otras formas de reducir las peleas y evitar lesiones. Manten el transportín detrás tuyo, de modo que esté al alcance de la mano, pero que el gato no pueda verlo. Coje una manta o toalla gruesa, preferiblemente una que tenga un olor familiar para tu gato, y envuélvalo rápida pero suavemente en ella. Coloca inmediatamente al gato y la toalla en el transportín y cierra la puerta. Un transportín con abertura superior facilita mucho este método.
Tener un gato que viaja tranquilo y sin problemas al veterinario puede ser un gran alivio y ayuda a reducir el estrés en un momento de preocupación. Intenta mantener la calma incluso si el proceso es estresante y frustrante, ya que esto ayudará a que tu gato también se mantenga tranquilo y seguro.