Meter a tu gato en el transportín y llevarlo de forma segura al veterinario suele resultar estresante tanto para ti como para él. Sin embargo, las revisiones son importantes para asegurarse de que tu minino esté sano y en forma. Y, si está enfermo, es posible que necesite hacer visitas al veterinario con más frecuencia. ¿Qué puedes hacer para que la experiencia resulte más positiva para todos?
¿Por qué a mi gato no le gusta ir al veterinario?
Hay muchos motivos por los que las visitas al veterinario pueden ser estresantes para los gatos... y también para nosotros, sus tutores.
Imagina que un día estás en casa tranquilamente y, de pronto, alguien te saca de ahí para meterte en una caja y llevarte a un lugar desconocido. En esa situación, tú podrías sentir ansiedad, así que no es difícil entender por qué a tu gato puede pasarle lo mismo.
Entender las razones por las que tu gato se pone tan nervioso es el primer paso para ayudar a tu mascota a sentirse más cómoda. Estos son algunos de los motivos más comunes:
Enfermedad, dolor, malestar
Con suerte, tu gato solo irá a una consulta veterinaria a hacerse revisiones periódicas. Pero, si se siente mal o tiene dolor, lo normal es que el estrés y el nerviosismo empeoren.
Cambios en la rutina
Como sabes, los gatos son animales de costumbres y adoran las rutinas. Las visitas al veterinario, precisamente, suponen un cambio en sus hábitos domésticos ya que quizás, no se le permita salir afuera o comer a sus horas normales, lo cual puede resultar confuso para tu mascota.
Desplazamientos
Los gatos son territoriales, por lo que salir del entorno de su hogar les genera ansiedad. El movimiento del coche también puede afectarles ya que pueden sentir náuseas o mareos.
Ausencia de vías de escape
Cuando tienen miedo, muchos gatos preferirían huir, pero, cuando van al veterinario, al ir en el transportín, no pueden hacerlo. Además, a los gatos les gusta estar en alto, por lo que verse metidos en una cesta colocada en el suelo puede ponerlos nerviosos.
Sensaciones desconocidas
Los gatos son sensibles a los olores y al tacto de los desconocidos y, en el veterinario, es muy posible que se expongan a ambas cosas. Esto suelen interpretarlo como una amenaza, pero, claro, no pueden escapar.
Experiencias anteriores
Por desgracia, pero probablemente inevitablemente, algunos gatos recordarán anteriores visitas al veterinario que les resultaron desagradables, y eso puede generar una asociación negativa. Al fin y al cabo, no saben que las inyecciones que les ponemos son para protegerlos de enfermedades o para curarlos: desde su perspectiva, solo los estamos pinchando con objetos puntiagudos.
¿Cómo puedo hacer para que sea más fácil?
Es posible que creas que tu gato se pondrá nervioso cada vez que vaya al veterinario, sobre todo si ha sido así en ocasiones anteriores. Pero queremos que tengas la tranquilidad de que eso puede mejorar.
Las visitas al veterinario son importantes y es esencial cumplir con ellas. Por eso es crucial conseguir que la experiencia resulte lo más fácil posible.
Aquí encontrarás algunas cosas con las que puedes reducir el estrés de tu gato... ¡y el tuyo!
Planifica bien el viaje
Si puedes planificar la visita con antelación, intenta cuadrar los tiempos para que la rutina de tu mascota no se vea gravemente alterada.
Por ejemplo, pide cita para un poco después de su hora de comer habitual. Así, tendrás la seguridad de que estará en casa en ese momento para poder meterlo en el transportín y llevarlo directo a la consulta. Obviamente, si tu gato no se siente bien y necesita una cita urgente, quizá no te sea posible, pero, si se puede elegir la hora, tenlo en cuenta.
Usa un buen transportín
No es seguro llevar al gato al veterinario suelto en el coche o en brazos, aunque esté enfermo o esté acostumbrado al arnés.
Para llevar al gato al veterinario con seguridad, es importante dar con un transportín robusto que sea fácil de usar. Elige uno que sea resistente (¡el cartón le durará al gato dos asaltos!), se abra por arriba para meter y sacar al gato cómodamente, y que sea de limpieza fácil.
¿Cómo meter al gato en el transportín?
Meter al gato en el transportín será más fácil si no esperas a justo antes del viaje para sacarlo. Lo ideal es que el transportín sea una parte más de la casa y el mobiliario, para que huela y se vea como algo familiar. Si tu mascota elige dormir o comer en él, puntos extra. Si lo piensas, estar dentro de un lugar seguro cuando fuera pasan cosas inquietantes da mucho menos miedo que entrar y salir de un lugar nuevo y perturbador.
Colocar dentro del transportín la camita de tu gato o una prenda de ropa que pertenezca a un tutor de su confianza puede dar tranquilidad a tu mascota. Otra posibilidad para calmarla es frotarle un trapo por la cara y meterlo en el transportín para impregnarlo de feromonas naturales.
Rociar el transportín con feromonas sintéticas o usar tranquilizantes naturales o medicinales son otras cosas que pueden ayudar a que la experiencia resulte menos agobiante. Consulta las opciones con el veterinario.
El viaje
Cuando el gato esté metido en el transportín, tápalo con una toalla o una manta para crear oscuridad dentro, porque eso puede calmar a tu mascota. Si viajas en coche, colócalo de forma segura, ya sea encajado en el espacio para los pies o sujeto con un cinturón. Procura que el transportín no vaya inclinado. Conduce despacio y con cuidado hasta la clínica. Sabemos que quieres llegar pronto para poder sacarlo y tranquilizarlo, pero a nadie le gusta ir dando tumbos, ni a las personas ni a los gatos.
La sala de espera
Cada clínica veterinaria tiene su espacio, distribución y organización propios, y algunas consiguen que sus espacios y su personal sean especialmente considerados con los gatos. Para encontrarlas, busca clínicas amables con los gatos. Lo ideal es que tengan una sala de espera independiente para los mininos. Intenta colocar el transportín en un sitio elevado en vez de en el suelo y déjalo tapado con la toalla o la manta para que tu mascota no vea a los demás animales.
¡Socorro! Mi gato se vuelve loco cuando ve el transportín.
¡Que no cunda el pánico! Ese es un problema de lo más normal.
Si tu gato se resiste al viaje y no tienes tiempo para acostumbrarlo al transportín, hay otras maneras de evitar una batalla campal que acabe con heridos. Coloca el transportín detrás de ti, a poca distancia para tenerlo a mano, pero sin que el gato lo vea. Coge una manta o una toalla gruesa, preferiblemente una cuyo olor le resulte familiar, y envuélvela en ella de manera rápida pero delicada. Mete inmediatamente el gato y la toalla en el transportín y cierra la puerta. Este método es mucho más fácil de aplicar en los transportines que se abren por arriba.
Con esta técnica, es posible que sientas que estás traicionando la confianza de tu gato. Por eso, intenta recordar que, después de la consulta veterinaria, puedes empezar a acostumbrarlo al transportín para que la próxima vez no haga falta recurrir a este sistema.
Tener un gato que viaja tranquilo y sin problemas al veterinario puede ser de gran alivio y reducir el estrés en un momento de preocupación. Intenta mantener la calma aunque el proceso sea estresante y frustrante, ya que así tu gato también se sentirá tranquilo y seguro.
Habla con tu veterinario para averiguar qué puede poner él de su parte para que la experiencia sea positiva. Juntos, lograréis los mejores resultados.